El regreso de Sam Altman como CEO de OpenAI marca un periodo crucial para la empresa, aportando cierta estabilidad en medio de la incertidumbre reinante. Aunque es poco probable que su reincorporación provoque un colapso o una pérdida significativa de personal, OpenAI sigue enfrentándose a importantes retos.
OpenAI está ahora dirigida por una nueva Junta de tres miembros, excluido Altman. Está compuesta por Adam D’Angelo, CEO de Quora, Bret Taylor, antiguo co-CEO de Salesforce, y Lawrence Summers, antiguo Secretario del Tesoro estadounidense. La composición de esta Junta, exclusivamente masculina, resulta llamativa, sobre todo en un campo que se enfrenta a prejuicios y desigualdades.
El resultado de una investigación independiente sobre el anterior despido de Altman será crucial para determinar su futuro papel e influencia en la empresa. El desenlace podría consolidar su posición de liderazgo o plantear nuevos retos.
OpenAI, creada originalmente como organización sin fines de lucro para garantizar el desarrollo beneficioso de la IA para la humanidad, ha sido uno de los principales protagonistas del auge de la IA generativa con productos como ChatGPT. La reciente convulsión de la junta directiva, vista en un principio como un conflicto entre el desarrollo prudente de la IA y el acelerado espíritu de Silicon Valley, parece haberse debido más a desacuerdos personales y a una pérdida de confianza en Altman.
A pesar de estos problemas internos, no se espera que el ritmo de investigación e implantación de la IA se ralentice. Esta agitación en el seno de OpenAI subraya la necesidad de marcos reguladores más sólidos en la industria de la IA a escala mundial y pone en entredicho la estabilidad de los compromisos de liderazgo en este campo en rápida evolución.
Cabe señalar además que Larry Summers, uno de los miembros de la Junta, es una figura controvertida. Su dilatada experiencia en los ámbitos empresarial, académico y gubernamental, así como en funciones de boletín en grandes empresas, se ha visto yuxtapuesta a su implicación en varias polémicas. Entre ellos, su memorándum del Banco Mundial abogando a favor del vertido de residuos tóxicos en países de bajos ingresos, su papel en la desregulación que contribuyó a la crisis financiera de 2008, sus polémicos comentarios sobre la desigualdad de género en la ciencia y sus vínculos con el pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein. Las intenciones y objetivos de Summers para OpenAI siguen sin estar claros, pero su nombramiento es un testimonio de su perdurable influencia tanto en el ámbito económico como en el tecnológico.