Mientras se desarrolla en Washington D.C. el juicio antimonopolio contra Google, la posible aparición de un competidor real al monopolio de búsqueda de Google plantea cuestiones críticas sobre el futuro panorama para los editores de noticias. En un extenso artículo de Sarah Scire, publicado por Niemanlab, la analista escribe que el proceso está examinando los acuerdos multimillonarios de Google con los desarrolladores de navegadores que convierten a Google en el buscador predeterminado. Según el Departamento de Justicia de EE.UU., aproximadamente la mitad de todas las búsquedas de Google se generan a través de estos acuerdos.
El juicio ofrece una rara visión de las estrategias de las grandes empresas tecnológicas. El CEO de Microsoft, Satya Nadella, por ejemplo, ha admitido que Bing no está a la altura de Google en términos de calidad. Nadella declaró que su empresa ofreció a Apple hasta 15.000 millones de dólares al año para que Bing fuera el buscador predeterminado en Safari. Sin embargo, al parecer Google superó esa cantidad para asegurarse de seguir siendo la opción por defecto.
El debate va más allá de estas alianzas corporativas. El potencial de Apple para desarrollar la tecnología de su buscador añade otra capa de complejidad. Con una cuota dominante del mercado de teléfonos inteligentes en Estados Unidos y cuotas significativas en todo el mundo, la entrada de Apple en el terreno de los buscadores podría cambiar drásticamente la dinámica.
El resultado del caso podría redefinir las reglas de la competencia tecnológica para la próxima década, con implicaciones para áreas como la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes. El papel dominante de Google en la conducción del tráfico externo a los sitios de noticias significa que cualquier cambio en este ámbito podría tener un impacto significativo en la industria de los medios de comunicación.
Para los editores de noticias, podría significar un mayor poder de negociación. En la actualidad, no tienen ninguna influencia sobre Google, pero otro actor importante podría cambiar esa situación. Tanto Google como Apple podrían diferenciarse ofreciendo mejores condiciones a los productores de contenidos, tal vez compartiendo una parte de los ingresos publicitarios con los sitios que generen clics de los usuarios.
Scire escribe que el auge de la IA también complica la relación entre los gigantes tecnológicos y los editores. La creación de modelos de IA requiere la ingestión de cantidades significativas de datos, lo que plantea problemas de derechos de autor que aún no se han resuelto en los tribunales estadounidenses. Esta ambigüedad presenta tanto retos como oportunidades para que los editores negocien nuevos tipos de acuerdos con las empresas tecnológicas.
En resumen, el actual juicio antimonopolio de Google tiene implicaciones de gran alcance no sólo para la propia empresa, sino también para los editores de noticias. Dado que el gigante tecnológico se enfrenta a una posible competencia, sobre todo por parte de Apple, las reglas del juego podrían cambiar significativamente, facilitando a los editores una mayor participación en el juego.