Recientemente, el presidente y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, escribió un artículo de opinión en el periódico Washington Post donde aboga por la creación de nuevos órganos de normalización, o al menos una revisión de la normativa de supervisión gubernamental para tratar el tema de la privacidad, la seguridad, la incitación al odio y las noticias falsas en Internet.
Zuckerberg ha enfrentado serias críticas por permitir que Facebook se haya convertido en un vehículo de difusión de teorías de conspiración, incitación al odio y noticias falsas, aparte de contenidos de extrema violencia. Facebook aplica, de hecho, sus propias reglas y condiciones, pero su modelo de negocio ha impedido que sean demasiado restrictivas, ya que así mermaría su lucro y pondría en alerta a sus inversores.
En su artículo, Zuckerberg señala: “Las empresas de Internet deben ser responsables de hacer cumplir las normas sobre contenidos nocivos. Es imposible eliminar todo el contenido perjudicial de Internet, pero cuando la gente utiliza docenas de servicios de intercambio diferentes, todos ellos con sus políticas y procesos, necesitamos un enfoque más estandarizado”.
Aunque hay varias razones que sustentan el comentario de Zuckerberg, por cierto acertado, hay dos enfoques que es preciso considerar. El primero es la admisión, tácita, de que Facebook ya no logra controlar los contenidos subidos a la plataforma. Zuckerberg y su equipo tiran la toalla debido a su incapacidad de proteger a sus usuarios de contenidos ilícitos o falsos. Ante esta incapacidad, Facebook necesita de un organismo normativo amplio, administrado por reguladores gubernamentales, o que coopere con éstos, en un esquema que evite, o merme, la publicación de noticias falsas, amenazas, teorías de conspiración, extrema violencia gráfica, etc.
El segundo es que Zuckerberg intenta cubrir sus propias espaldas frente a posibles demandas, especialmente en Estados Unidos, por atentar contra la libertad de expresión, principio reflejado en la denominada “primera enmienda” en ese país. Facebook se ve favorecida al tener a quién culpar al aplicar una política de contenidos más estricta. En efecto, si bien Facebook tiene el derecho de bloquear ciertas cuentas en función de contenidos que incumplen sus directrices, hay numerosas áreas grises que indignarían a diversos políticos, ideólogos o líderes religiosos que consideran un derecho difundir sus planteamientos o contenidos gráficos en Facebook, independientemente de su legalidad.
El artículo de Zuckerberg refleja la astucia de la empresa, principalmente debido a que algunos políticos ya proponen un mayor control de los contenidos en redes sociales. De esa forma, Facebook busca ser percibida como una empresa proactiva en la regulación de contenidos odiosos o ilícitos. Al aliarse con los gobiernos, y así poder invocar normativas públicas al regular sus contenidos, Facebook evita las señaladas demandas por incumplimiento de la primera enmienda.
Por Héctor Pizarro, Diario TI