Peter Arrowsmith, socio del bufete de abogados especializado en propiedad intelectual Gill Jennings & Every, de Londres, recomienda tener cautela con la oferta de protección ofrecida por Microsoft a los usuarios de su plataforma Azure.
“Cuando Microsoft recientemente anunció su programa Azure IP Advantage, que fue descrito como la más exhaustiva protección de la industria contra los riesgos de propiedad intelectual, la iniciativa fue rápidamente interpretada como una embestida contra los trolls de patentes; sin embargo, la situación no es tan sencilla”, escribe el abogado, quien recuerda que otras empresas ya han instaurado programas similares de protección frente a demandas. Cita como ejemplo el caso de Tesla, que ofrece licencias a sus clientes con el fin de fomentar su propia agenda de desarrollo.
“No hay nada de malo en esto; se trata más bien de un intercambio que beneficia de distintas formas a ambas partes. Sin embargo, los clientes no deben dejarse llevar por la fascinación de los titulares, y en lugar de ello dar un vistazo a la letra pequeña”, recomienda Arrowsmith, quien luego cita a la consultora Boston Consulting Group, según la cual en los últimos cinco años las demandas por infracciones en el ámbito Cloud contra la propiedad intelectual han aumentado en 22%. Paralelamente, las entidades no practicantes, también conocidas como “trolls”, han incrementado sus adquisiciones en 35%.
Arrowsmith considera natural que la industria haya acogido con beneplácito el programa Microsoft Azure IP Advantage que, entre otras cosas, proporciona a los clientes acceso a 10.000 patentes, situación que brindaría una protección extraordinaria frente a los agresivos trolls. Asimismo, Microsoft asegura que en caso de transferir por cuenta propia una licencia a una de tales entidades, sus clientes de todas formas estarán protegidos mediante una cláusula especial.
A entender de Arrowsmith , al margen de la protección que brinda, la iniciativa de Microsoft también constituye una astuta herramienta mercadotécnica destinada a fomentar entre los desarrolladores la creación de productos para el ecosistema Azure, esperando a que éstos sigan avanzando en la cadena de valor de la empresa.
El abogado vuelve a mencionar el caso de Tesla, que ofrece una garantía anti-litigios a las empresas que desarrollen para su plataforma, recordando que estos modelos constituyen un punto intermedio entre las patentes de open source y las estrategias de exclusión total.
Luego, el autor considera discutible la relevancia que pueda tener la cláusula de protección ofrecida por Microsoft en la eventualidad de ceder alguna de sus patentes a alguna entidad no practicante. “¿Por qué? Porque Microsoft simplemente no acostumbra vender sus patentes a trolls. Por lo tanto, las probabilidades de que alguien de hecho necesite recurrir a esta cláusula son extremadamente reducidas”, indica Arrowsmith, quien finalmente plantea una obviedad: “La protección está restringida únicamente a las patentes de Azure. En otras palabras, sería un error para un desarrollador de productos Cloud creer que puede utilizar tecnologías cubiertas por otras patentes, ajenas la cartera de Azure IP Advantage, y de todas formas estar protegido”.
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