Una de las mayores dificultades enfrentadas por la policía no sólo inglesa, sino de todos los países interesados en poner fin a tales delitos es que los pederastas en todo momento se valen de las últimas tecnologías y recursos que faciliten su operación encubierta.
Un segundo problema, igualmente serio, ha sido que los agentes policiales tienen, por lo general, un nivel muy bajo de conocimientos tecnológicos, imprescindibles para perseguir a los depravados en su tránsito digital y probar sus actividades con el fin de enjuiciarles.
Para el caso de Glitter, la policía logró presentar la evidencia necesaria para un fallo condenatorio con relativa facilidad, toda vez que este no usó tecnología alguna de encriptación al bajar de la red y almacenar más de 4.000 imágenes de pornografía infantil en su computadora personal.
El volumen del mercado de la pornografía infantil ha llevado además a las autoridades inglesas a crear una brigada especial en la policía, que estará encargada de detectar, infiltrar y recabar pruebas contra pederastas y participantes en un nuevo negocio de la red: los viajes hacia antros virtuales de pornografía infantil.
Un breve comentario de nuestra redacción: A aquellas almas subnormales que consideran que la mera observación de pornografía infantil en Internet es inofensiva toda vez que no representa, de por sí, una agresión física contra un menor de edad cabe recordarles que la producción de tales imágenes implica, necesariamente, que un niño o niña sea ultrajado; es decir, la comisión de un delito. Con ello, quien observe tales imágenes, aún aduciendo simple curiosidad es, a nuestro juicio, cómplice de una actividad que le convierte en delincuente.