Para muchos trabajadores que hablaron con CNBC, 2018 fue un año crucial que demostró cuánto habían cambiado las cosas. El Proyecto Dragonfly se hizo de conocimiento público, exponiendo el intento de Google de desarrollar un motor de búsqueda censurado para China. En una empresa que por años había atesorado una reputación de transparencia y comunicación abierta con sus empleados, el proyecto tuvo caracter reservado y solo fue de conocimiento de unos pocos ejecutivos y técnicos.
A pesar de que el proyecto concluyó cuando los empleados expresaron su preocupación por los aspectos éticos del mismo, para muchos el daño ya estaba hecho. “No habría sido posible que unos años antes hubieran tenido un proyecto secreto con este tipo de cuestionamientos éticos”, dijo Raph Levien, un ex ingeniero de nivel 6 que dejó Google después de 11 años, a la CNBC. “Se pasó de la raya y parecía engañoso. Definitivamente sentí que Google estaba cambiando”.
Otro factor que ha dañado la reputación de la compañía internamente es la forma en que ha manejado las acusaciones de abuso sexual, pagando a ejecutivos millones en paquetes de indemnización a pesar de las acusaciones. El tamaño de la compañía también ha influido. Según CNBC, “es mucho más difícil para una empresa de más de 100.000 trabajadores, muchos de los cuales son contratistas en lugar de empleados de tiempo completo, mantener la cultura de sus inicios”.
Una cosa está clara, según el informe de la CNBC: Para una empresa que ya está en el punto de mira por cuestiones de privacidad y de antimonopolio, un desmoronamiento de la misma cultura que hizo de Google lo que es, es lo último que la empresa necesita.