El ministro Bojan Usenicnik había previsto el surgimiento de un verdadero caos social en su país, producto de la falla del milenio, por lo que incluso recomendó a la ciudadanía acaparar alimentos, agua, baterías y linternas, para así sobrevivir los catastróficos efectos iniciales que, a su juicio, ocasionaría el problema informático.
Usenicnik ocupó el mismo tono alarmista durante los dos últimos años de su gestión, contribuyendo así a un fuerte desasosiego entre los eslovenios, quienes naturalmente dieron crédito a las opiniones y predicciones de la autoridad supuestamente especializada.
Por ello, al constatar que Eslovenia, a la par con el resto del mundo, entró sin problemas al año 2000, el secretario de Estado optó por presentar su renuncia con efecto inmediato, la que fue aceptada por el presidente Milan Kucan.