La banca en México ha reportado un crecimiento importante de entre el 15-17% en los últimos 3 años. Con este momento de coyuntura generado por la pandemia, se ha detonado un crecimiento exponencial en el desarrollo de la economía Cashless; es decir, en el número de las transacciones monetarias realizadas a través de pagos electrónicos y en compras vía comercio electrónico.
Este desarrollo acelerado ha presentado retos y beneficios en el mercado mexicano, sobre todo en temas de seguridad e infraestructura. En cuanto al tema de infraestructura, México cuenta con operaciones monetarias divididas en: comercios con terminales punto de venta (TPV) y por otro lado, con un gran número de negocios que solo aceptan efectivo al no estar bancarizados.
Si bien, en nuestro país se cuenta con un parque de 1,300,000 terminales punto de venta. De acuerdo con diversos estudios, los comercios que aceptan tarjeta de crédito o débito como un medio de pago facturan hasta un 40% más, que aquellos comercios que no lo hacen. Ante este panorama se observa que existe una gran área de oportunidad para la economía del país, sobre todo al observar que México cuenta con alrededor de 75 millones de dispositivos móviles, de los cuales 50 millones son usuarios de aplicaciones para realizar transacciones monetarias.
En cuanto a seguridad, el volumen total de amenazas en línea, relacionadas con el Coronavirus, representa el mayor número de ataques cibernéticos en torno a un sólo tema que se ha identificado en los últimos tiempos, según la compañía de seguridad digital Proofpoint. Los estafadores digitales, generalmente, aprovechan estos momentos de vulnerabilidad y pánico de la población para acercarse a las personas, ya que pueden hacerse pasar por amigos, agentes de servicios, familiares o, incluso, clonar alguna información.
“La expansión de las transacciones electrónicas y la pandemia han traído también un crecimiento en los fraudes en línea y la fuga de información. El COVID le ha dejado un terreno muy terso a los defraudadores, históricamente nunca se habían visto tantas transacciones digitales, provenientes desde dispositivos móviles y de casa que al ser vulnerables, aumentan el riesgo de fraude. Euromonitor reveló en 2018, que el fraude le costó al mundo $11 billones de dólares, de los cuales, para América Latina representó $918 millones de dólares, y para México $740 millones de dólares”, resaltó Jorge Del Castillo, Desarrollo de Nuevos Negocios en FICO América Latina.
Algunas medidas para combatir el fraude incluyen:
- Contrarrestar con más tecnología. Lo más eficiente es utilizar modelos de algoritmos matemáticos de autoaprendizaje que puedan validar los patrones de comportamiento del usuario que se están dando para evitarlos por anticipado.
- Contar con dispositivos más seguros y protegidos contra estas brechas de seguridad y ataques.
En cuanto a la protección de la identidad digital como un mecanismo para salvaguardar la identidad de una persona y combatir el fraude, se hacen valer sus características personales: cuerdas vocales, huella vocal, reconocimiento facial; sin embargo, tienen que estar acompañados de un dispositivo móvil seguro desde el que se haga la transacción para que no puedan suplantar esa identidad.
“En FICO estamos introduciendo un algoritmo matemático para identificar el comportamiento real de la persona, con qué presión digita y qué tan rápido digita. Cuidando estos 3 aspectos se puede lograr alcanzar un 98% de confiabilidad de que la persona que tiene que ser, es quién está haciendo la transacción digital,” aseguró Del Castillo.
Según datos del Banco Mundial, de la totalidad del segmento no bancarizado, el 65% dispone de dispositivos móvil. Las posibilidades parecen amplias y los beneficios de la inclusión financiera de los comercios y usuarios en general, son todavía mayores.