Desde hace varios años, especialistas en distintos ámbitos han cuestionado la funcionalidad y los efectos de la globalización, proceso que ha perdido fortaleza luego de cuatro décadas de que se convirtiera en el fenómeno económico, social y político dominante de nuestra época.
Y si bien recientemente se habla de que atravesamos un periodo de desglobalización, no cabe duda que se ha acelerado con la guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como con la pandemia por COVID-19, las cuales han demostrado que por el momento, ha dejado de ser viable la interdependencia financiera y mercantil entre las naciones.
Las empresas del continente americano, que habían apostado por la fabricación de ciertas piezas o productos en China lo saben bien, pues han registrado pérdidas exponenciales al ver detenidas o afectadas sus cadenas de suministro con las restricciones por la contingencia sanitaria.
Ello ha llevado a las compañías a buscar nuevos destinos de fabricación y proveedores locales o regionales. En otras palabras, están reexaminando el suministro global en sus eslabones, al tiempo que impulsan la desglobalización, la cual, a diferencia del proteccionismo, no se centra en un solo país sino en encontrar los mejores territorios cercanos y aprovechar los acuerdos y tratados regionales.
Ante este escenario, México tiene la geografía, salarios atractivos y zonas horarias a su favor para destacar en este proceso; sumado a que es parte del Tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
De seguir acelerándose la desglobalización, el país podría impulsar la Inversión Extranjera Directa (IED), que en 2018 representó 31 mil 600 millones de dólares; e incluso, a largo plazo, podría superar la cifra récord de 48 mil 500 millones de dólares registrados en 2013, según datos del Informe sobre la Inversión en el Mundo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) 2019.
El trayecto por este camino ya inició y para muestra, de acuerdo con el New York Times, los fabricantes de productos electrónicos con sede en Taiwán Foxconn y Pegatron están en búsqueda de nuevas fábricas en México.
En el caso de Foxconn, de concretarse las negociaciones, expandirá su fortaleza, pues cuenta con cinco fábricas de servidores y televisores en México a las que se sumarían otras para iPhones de Apple; mientras que Pegatron busca una instalación adicional en nuestro territorio para ensamblar chips y otros componentes electrónicos.
Además de estas empresas -estoy seguro- habrá otras que comenzarán a cambiar sus fábricas a nuestro país como parte de la desglobalización. Hay que tomar en cuenta que esto significa reconfigurar por completo sus cadenas de suministro, que se deberán adaptar a nuevas dinámicas, rutas y normas políticas.
Por ello y a fin de optimizar resultados, será necesario contar con la mejor tecnología. Ya la disrupción, que ha representado la pandemia, nos ha demostrado que, para cualquier industria, contar con las herramientas más eficientes conlleva a estar preparados y continuar operando sin importar las circunstancias.
En el caso de las cadenas de suministro no es la excepción, con el uso de Inteligencia Artificial y el Gemelo Digital, se pueden visualizar los escenarios posibles, lo que se traduce en una ventaja competitiva al poder predecir errores y tomar decisiones que permitan hacer mejoras que incrementen la eficiencia de todos los elementos que la integran.
También es indispensable planear las mejores rutas de transporte, que nos permitan optimizar recursos y disminuir pérdidas, lo cual solo es posible con las mejores herramientas tecnológicas. En resumen, la desglobalización es una gran oportunidad, dependerá de las empresas mexicanas y la fortaleza de sus cadenas de suministro poder aprovecharla al máximo.
Por Rafael Vázquez, Vicepresidente Regional en LLamasoft.