Cuando los centros de votación cierren esta noche, Hillary Clinton y Donald Trump habrán finalizado lo que, por sobradas razones, se ha convertido en la campaña electoral más ruin de la historia estadounidense.
Sin embargo, los duros intercambios y descalificaciones no sólo han estado a cargo de los propios candidatos, sus jefes de campaña y partidarios. También los programas robotizados, denominados chatbots, han hecho lo suyo en la campaña electoral.
Un proyecto de investigación realizado por la University of Southern California (USC) concluye que buena parte del debate político en redes sociales ha sido realizado mediante software, y no por seres humanos.
Durante en la investigación, presidida por el catedrático Emilio Ferrara, se analizaron 20 millones de tuits relacionados con la campaña electoral y publicados en el transcurso de un mes.
Cuatro millones de tuits, equivalentes al 20% del total, fueron publicados por software. “El usuario normal no está en condiciones de distinguir o entender que la fuente de la información proviene de otro usuario legítimo, o de un bot. Esto resulta en que muchos de los tweets robotizados sean retransmitidos como si fuesen mensajes legítimos”, escribe Ferrara en la presentación del estudio, agregando que fue imposible determinar el origen de los bots. Ferrara sugiere que podría tratarse de individuos, organizaciones o incluso gobiernos extranjeros.
A juicio del académico, la situación es preocupante ya que potencialmente podría modificar la opinión pública, poniendo en juego la integridad de los comicios.
Aparte de los bots detectados en Twitter, la investigación identificó más de 400.000 bots distintos circulando por redes sociales. La investigación concluye que estos bots fueron creados específicamente para distribuir contenido tendencioso. Es decir, los bots apoyaban sistemáticamente a Trump o Clinton con el fin de manipular el debate online público.
Aunque aparentemente los bots tuvieron éxito en su cometido de potenciar a “su candidato”, los investigadores detectaron disfuncionalidades intrínsecas. En algunos casos, los bots discutían entre sí, en lugar de debatir con humanos. Asimismo, se observó que los bots no eran lo suficientemente avanzados como para generar debates entre los humanos. Esta falta de sofisticación les impedía generar preguntas lo suficientemente interesantes como para motivar discusiones entre las personas.
El trabajo de investigación fue publicado en la edición de noviembre de la publicación First Monday.