Las tecnologías y la calidad de vida urbana

Opinión: Hoy todas las urbes son, en alguna medida, smart cities, ya que existe el apoyo de la tecnología para todo tipo de procesos y servicios. Con todo, una ciudad inteligente debe tener un impacto directo en la vida de las personas.

Según datos de la ONU, para el año 2030 un 60% de la población mundial vivirá en ciudades, lo que supondrá 5.060 millones de personas, y acorde a estimaciones de ONU – Habitat, programa de Naciones Unidas que trabaja por un mejor futuro urbano, la población en ciudades a nivel mundial pasó de 45 por ciento a 56 por ciento en los últimos 10 años.

Este crecimiento de las ciudades trae aparejado -casi siempre- una serie de problemáticas recurrentes, las cuales, más allá de la voluntad de ciudadanos y autoridades, tardan mucho tiempo en controlarse o, en el mejor de los casos, resolverse. Aunque el impacto de las problemáticas urbanas varía debido a factores geográficos, como el emplazamiento de la propia ciudad, o socioeconómicos, en términos de los ingresos o nivel de vida de la población, persisten ciertas situaciones que son comunes en casi todas las grandes urbes.

En ese contexto, no es muy difícil deducir que uno de los grandes temores que se viven en las ciudades hoy es la seguridad personal, así lo señalan en ONU-Habitat, donde especifican que la creciente violencia y la sensación de inseguridad que enfrentan diariamente las personas que viven en ciudades es uno de los principales desafíos en el mundo. Un segundo ítem relevante son los temas medioambientales, especialmente, los que dicen relación con la contaminación atmosférica o la presencia de emisiones tóxicas que afectan la salud y disminuyen la calidad de vida de las personas. En tanto, un tercer foco problemático importante en las grandes ciudades tiene que ver con el flujo vehicular y los tiempos de desplazamiento en ella, ya sea en automóviles particulares o en el transporte público.

En todos los factores mencionados la tecnología tiene mucho que decir, aportando en el mejoramiento de la calidad de las personas, especialmente, a partir de dos conceptos: “Internet de las Cosas” o “IoT” (por su sigla en inglés) y “ciudades inteligentes” (smart cities). Es un error creer que la noción de IoT plantea algo futurista o de “ciencia ficción”: según Gartner para el año 2017 se prevé que la cantidad de objetos y dispositivos conectados en todo el mundo llegue a 8.380 millones.

Lo propio acontece con las smart cities: hoy todas las urbes lo son en cierta medida o en algunos sectores, ya que existe el apoyo de la tecnología para todo tipo de procesos y servicios; pero una smart city debe tener un impacto directo en la vida de las personas. Se trata de que a través de sistemas tecnológicos interconectados que proveen datos en tiempo real, sumados al análisis de información de contexto, se automaticen procesos que redunden en una mejor calidad de vida de los ciudadanos o en optimizar la sustentabilidad ambiental.

Las ciudades pueden hoy ser más inteligentes cuando más tecnología exista en todos lados -con una infraestructura apropiada para conectar en forma eficaz dispositivos y sensores y analizar sus datos- y se automaticen procesos, decisiones y acciones a partir de ello. Sin embargo, al contrario de lo que algunos creen, tecnologías tan cotidianas como las cámaras de videovigilancia, y los propios ciudadanos serán cada vez más importantes en la lucha por mejorar la vida de las grandes urbes.

En el caso de la seguridad, el uso de cámaras de videovigilancia permite por ejemplo, a través de sensores y cámaras HD con apoyo de sistemas analíticos, identificar o contabilizar personas o vehículos sin intervención humana, y al mismo tiempo focalizar los esfuerzos de monitoreo en las zonas de mayor riesgo, según los datos acumulados en el tiempo. La coordinación de toda la información provista por máquinas y los ciudadanos, cuando alertan sobre posibles delitos, es esencial para que las acciones sean más veloces y exitosas.

Este mismo esquema contribuye a mejorar los desplazamientos en las grandes urbes, ya que se puede combinar y analizar la información de sensores y cámaras apoyadas por software para dimensionar el flujo de vehículos, y sumar los datos proporcionados por los propios ciudadanos, a través de sistemas de geolocalización, aplicaciones móviles u otras similares, que hacen más detallado y rápido el análisis de lo que acontece en las calles, especialmente, en horas peak.

Iniciativas de este tipo tienen la gran virtud de conjugar el potencial que tiene la tecnología para ayudar a que todos los ciudadanos no sólo tomen más conciencia respecto de la contaminación ambiental, los delitos o los congestionamientos vehiculares, sino que también puedan ser agentes que ayuden activamente a controlar o brindar soluciones ante diversos problemas que, sin duda, requieren del aporte de todos.

Por Andrei Junqueira, gerente regional de Ventas de Axis Communications


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