En el escrito, James Rosenbaum, autor del mismo, argumenta que no es ético considerar las palabras que nunca fueron publicadas y usarlas como evidencia contra su autor, ya que es semejante a castigar a la gente por pensar cosas que no debían.
Según Rosenbaum, un correo electrónico que ha sido borrado debe ser considerado como permanente por la ley. Añadió que recomienda que sea puesto un tiempo de vida finito de seis meses al correo electrónico.
El juez señaló que el problema se debe a que bajo los estándares de la ley se puede difamar a alguien aunque nunca se hayan mostrado los comentarios difamatorios a otra persona. En otras palabras, un empleado puede ser despedido usando como evidencia en su contra tan sólo el borrador de un correo electrónico que nunca ha sido completado y que no ha sido enviado.
Donald Ramsbottom, escritor de New Scientist, cuestionó tal punto de vista señalando ¿Por qué un delincuente debería escapar de la acción de la justicia sólo porque la evidencia del correo electrónico ha expirado?