La evolución en la tecnología está permitiendo que más “cosas” estén conectadas más a menudo alrededor del mundo, a un ritmo que no da señales de desaceleración.
Para el 2020, 70 por ciento de las personas alrededor del mundo serán usuarios de teléfonos inteligentes, y los países en Asia, África y el Medio Oriente representarán el 80 por ciento de las nuevas suscripciones . Hay más personas en la actualidad con acceso a un teléfono móvil que a un sanitario limpio, agua potable o energía confiable – y se espera que su prevalencia continúe creciendo.
Esto ha llevado a la inevitable adopción a gran escala de tecnologías genéricas de nube y sociales mercados emergentes, con acceso a freeware o servicios públicos de bajo costo tales como Gmail y Dropbox.
Mientras esto representa una gran oportunidad para los países en vías de desarrollo, la difusión rápida de la tecnología trae consigo un tema más delicado en cuanto a infraestructura.
Dentro del mundo desarrollado, las sanciones a pagar por no proteger los datos personales son duras dentro de las industrias reguladas como los servicios financieros y la salud. Los gobiernos se preparan cada vez más ante la seriedad de las amenazas cibernéticas. Para permanecer a la delantera de los riesgos, más reguladores han endurecido su posición en infraestructura de ciber-seguridad.
Debido a la expansión rápida de las ciudades en países en desarrollo, es muy probable que la infraestructura no podrá crecer al mismo ritmo ni cubrir las expectativas mayores de sus poblaciones. Esto puede llevar a menores estándares de gobernanza tecnológica que puede poner en riesgo los datos personales.
Habiendo dicho esto, los países en desarrollo tienen la oportunidad de dar un salto al frente para evitar los errores cometidos por otros países avanzados y aplicar las lecciones aprendidas a partir del desarrollo de infraestructuras para ciudades inteligentes.
Si se maneja de forma efectiva, existe un gran potencial para que la tecnología incremente la eficiencia con la que se puede gestionar el desarrollo de la infraestructura. El uso de big data, el Internet de las Cosas y la naturaleza omnipresente del uso de los teléfonos inteligentes promete revolucionar a las ciudades en desarrollo para que se conviertan en ciudades inteligentes construidas sobre una infraestructura sólida y segura.
La línea entre el mundo digital y físico se desdibuja cada vez más. Las acciones para cerrar la brecha en infraestructura nunca han sido más importantes y tendrán una gran influencia sobre el potencial de riesgos con efectos multiplicadores catastróficos.
Asegurar la infraestructura – desde el inicio
En los mercados en desarrollo, en dónde los participantes nuevos son capaces de ganar un acceso temprano, influenciar el comportamiento y la aceptación de los consumidores, es fácil ver cómo los sistemas establecidos para pagos estarán bajo presión debido al “acceso rápido y fácil”. Podría resultar en un debilitamiento del proceso, permitiéndole a los participantes no-creíbles ingresar al ecosistema de pagos.
Es vital que la infraestructura se construya desde los fundamentos para minimizar las vulnerabilidades y para mantenerse al día con los avances tecnológicos. El uso de un enfoque de seguridad de múltiples niveles en cualquier organización es lo que promoverá la reducción del fraude.
La adopción de una tecnología segura por parte del gobierno puede también ser parte de la solución.
En Egipto, con el 85 por ciento de la población carente de acceso a la banca formal, el teléfono móvil se convierte rápidamente en el método preferente para realizar los pagos y administrar el dinero. El Banco Central de Egipto promulgó reglamentos estrictos para pagos móviles para garantizar la seguridad de las personas, lo cual implicó una reducción importante en el fraude. Esto es de hecho una necesidad considerando que la penetración móvil en Egipto se encuentra actualmente al 115 por ciento de la población total, lo cual significa que algunas personas tienen más de un teléfono.
De manera similar en Tailandia, el gobierno toma medidas activas para mejorar la ciber-seguridad en transacciones electrónicas en teléfonos móviles. Al ser el segundo mercado más grande de teléfonos inteligentes en el Sureste de Asia, el país persigue su ambición de convertirse en una sociedad donde no se maneje dinero en efectivo. Aquí, el gobierno depende de la tecnología biométrica para comprobar la identidad de las personas a través de teléfonos móviles como medio para reducir el fraude. Como en Egipto, el mercado saturado de teléfonos móviles de Tailandia depende en gran medida de pagos y transferencias de dinero.
Nigeria es otro ejemplo de cómo el despliegue de una infraestructura segura redunda en grandes beneficios para el desarrollo del país. Las Tarjetas Inteligentes de Identidad Nacional de Nigeria incorporan chips de identificación biométrica y capacidades de pago electrónico; otro ejemplo de la tecnología biométrica que se emplea para contener el fraude. La introducción de los chips ayudó a reducir el fraude mediante tarjetas y transacciones falsas en Nigeria.
Adaptación de soluciones conocidas para un mundo digital
Las soluciones de seguridad que ya existen en el mundo físico están listas para implementación en el mundo digital. Solo necesitamos la motivación, la regulación y la coordinación para garantizar que todos se puedan beneficiar, independiente del lugar en que se encuentren en el mundo. La alternativa en el entorno no regulado actual del desarrollo del “Internet de las Cosas” podría ocasionar pesadillas en materia de seguridad.
Trabajar en alianza con aquellos que marcan la diferencia es esencial para permanecer a la delantera y cambiar la manera de pensar actual donde se ven las innovaciones de seguridad como algo opcional, a una forma de pensar donde se reconoce que la innovación es una necesidad absoluta.
Por medio de los estándares globales indicados, los mejores productos y servicios, y nuestro deseo de innovar constantemente, podemos asegurar que todos estén protegidos e incluidos financieramente en todo lugar, lo que en últimas definirá y defenderá el futuro de los pagos.
Por Ajay Bhalla, presidente de riesgos y seguridad empresarial global de MasterCard