Lo anterior fue refrendado por el presidente del comité, Robert T. Marsh, quien indicó que aunque aún no ha tenido lugar un ataque cibernético catastrófico, han ocurrido varios hechos aislados que dan cuenta de un peligro real, a la vez que hacen necesario actuar.
A modo de ejemplo de tales hechos aislados, mencionó el caso de la base aérea de Langley, cuyos servidores de correo electrónico colapsaron luego de recibir un enorme flujo de mensajes de correo provenientes de Estonia y Australia, canalizados por conducto de la Casa Blanca.
Otro ejemplo mencionado por Marsh fue un ataque informático contra los sistemas de la base aérea de Griffis, en el estado de Nueva York, perpetrado por hackers ingleses vía Letonia, Colombia y Chile.
Luego de señalar que actualmente están disponibles las tecnologías y conocimientos necesarios para causar daños considerables a sistemas informáticos de gran relevancia, Marsh informó que su comité recomendaría al presidente Clinton la adopción de algunas medidas de carácter preventivo, orientadas a contener el sabotaje informático.
En el plan preparado por el comité se propone, entre otras cosas, aumentar a más de USD mil millones los fondos destinados a las investigaciones en materia de seguridad informática.