WeWork ha solicitado la protección por bancarrota del Capítulo 11 en medio de un dramático hundimiento que ha visto desplomarse el precio de sus acciones en un 98%, según informes recientes. El gigante del co-working, que una vez presumió de una valoración en el mercado privado de 47.000 millones de dólares, está ahora luchando con una capitalización mucho más reducida, de menos de 50 millones de dólares. Los problemas financieros de la empresa, acentuados por una deuda neta a largo plazo de 2.900 millones de dólares y más de 13.000 millones de dólares en agobiantes contratos de arrendamiento a largo plazo, provocaron un acuerdo de reestructuración encaminado a mejorar significativamente su balance.
El impacto de la pandemia, así como la agitación tras la marcha del fundador Adam Neumann en 2019, tuvieron un papel central en el declive financiero de WeWork. A pesar de estos retos, la empresa se ha comprometido a mantener la mayoría de sus locales y continuar con su misión de ofrecer espacios flexibles de co-working. Este compromiso se produce a pesar de que la empresa suspendió la comercialización de sus acciones antes del anuncio de quiebra. En sus ambiciosos comienzos, WeWork se hizo con grandes contratos de arrendamiento para crear su red mundial de espacios de cotrabajo. Esta rápida expansión se vio impulsada inicialmente por importantes inversiones, en particular de SoftBank. Sin embargo, el intento de salida a bolsa de la empresa en 2019, que reveló importantes dudas sobre su rentabilidad y gobernanza, marcó el inicio de un pronunciado declive de su valor.
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