Los principales temores de las autoridades radican en la posibilidad de que se produzcan problemas graves en torno a sistemas vitales como el suministro eléctrico, situación que revestiría especial gravedad durante enero, pleno invierno europeo.
De hecho, en Rusia existe preocupación por la posibilidad de que ciertas zonas, especialmente rurales, puedan quedar sin suministro eléctrico debido a la transición informática al año 2000.
Respecto a la posibilidad de verdaderas catástrofes, tales como el lanzamiento accidental de misiles nucleares, las autoridades de Washington expresan confianza en que su contraparte moscovita tiene la situación bajo control.
Según el periódico The New York Times, el número de funcionarios estadounidenses que abandonará Rusia y otras repúblicas de la CEI antes del 31 de diciembre se estima entre 250 y 800 personas, lo que ocasionará al gobierno de Washington un gasto situado entre USD 1.25 millones y USD 8 millones.