La búsqueda de productividad es un reto que existe desde hace mucho en todas las sociedades, por ello, cada cierto tiempo cambian las tecnologías y los procesos, buscando que las empresas tengan una producción con más valor en sus negocios.
Un buen ejemplo es la revolución industrial que hace algunos siglos cambió de manera drástica la producción de bienes de consumo. En las últimas décadas hemos visto aperturas de mercados y empezamos a vivir el proceso que hoy en día llamamos globalización. Con esto, el mercado se expandió y lo mismo pasó con la competencia que las empresas tenían en sus regiones de actuación.
Esto quiere decir que una empresa en Colombia, Perú o Ecuador, puede vender sus productos y/o servicios a otros países, así como tener proveedores de otros tantos. La cadena productiva y el proceso de generación de valor se aprovechan del tema para expandir exhaustivamente el mercado de consumo. De esta forma, la productividad se vuelve un tema de suma importancia para ser exitosos frente a la competencia.
Ahora, para que una empresa determine si está haciendo lo correcto para obtener la productividad deseada, es necesario que revise los procesos y la forma operativa de cada área del negocio, así como su integración con las demás áreas. Si tiene eficiencia puntual en un área, pero el área anterior o posterior en la cadena interna de valor es ineficiente, es muy probable que exista una brecha de desempeño, ya que el proceso más ineficiente limitará la eficiencia de todo el negocio.
Aunque eficiencia sea el principal tema cuando hablamos de productividad, debemos tener en cuenta que la eficacia de un proceso también debe ser identificada. Un proceso puede ser extremamente eficiente y, al mismo tiempo, puede ser completamente ineficaz. Cuando hablamos de eficacia nos debemos preguntar: ¿para qué existe este proceso?, ¿cuál es el valor agregado que genera? Una visión más extensa que permita observar claramente toda la cadena productiva, las entradas y salidas de cada proceso y cómo afectan el proceso anterior o posterior, en conjunto con una búsqueda de mejora continua, es lo que permite decir si una empresa es eficiente.
Bajo este sentido, es importante considerar que las innovaciones tecnológicas y los nuevos modelos de negocio han sido creados siempre con miras al aumento de productividad. Si observarnos cualquier innovación, hasta la más sencilla, ésta tuvo su origen en poder resolver un tema de productividad.
Pongamos un ejemplo cotidiano: cuando utilizamos un ascensor en un edificio, tal vez no tengamos en cuenta el cambio que su creación generó en términos urbanísticos, pero si analizamos el tema podemos ver que con el ascensor se posibilitó que los edificios fueran más altos para que más familias ocuparan el mismo espacio. Con esto, servicios que da el gobierno como distribución de agua y recolección de residuos reducirán su costo. Por consecuencia, tenemos un incremento en la salud pública, ya que las condiciones sanitarias para la población fueron ampliadas. Por fin, la ciudad se torna más productiva, ya que su reto de ofrecer más bienestar a sus ciudadanos está más cerca de ser cumplido.
Lo mismo pasa cuando observamos el uso de las tecnologías de la información en un ámbito empresarial. El desafío es hacer que los procesos del día a día se lleven a cabo con un menor número de personal, reorganizando la empresa para que las personas puedan estar más involucradas en temas de eficiencia y eficacia y como consecuencia, evolucionen los procesos, generando más productividad.
De esta forma, las tecnologías inherentes a cada empresa y las soluciones de negocio como ERP, Business Analytics, CRM, BPM, GED, ECM, etc., pueden convertirse en puntos cruciales para la administración de las mismas.
Por Douglas Medeiros, Director General Totvs
La propuesta de TOTVS