Aunque el lanzamiento del producto no tuvo la espectacularidad de su predecesor, Windows 95, hay razones suficientes como para que Bill Gates sonría complacido; el nuevo sistema operativo escapa al celo del gobierno estadounidense por frenar las prácticas monopolistas. Además, esta misma semana un tribunal de ese país ha desestimado un dictamen de una corte inferior en que se calificaba de ilegal la incorporación del lector web Internet Explorer con el sistema operativo Windows 95. Otras razones que avalan la sonrisa de Gates: 1) está confirmado que es el hombre más rico del mundo y 2) el sistema Windows 98 estará instalado en 66 millones de computadoras para el año 2000.
En Diario TI hemos probado la versión en inglés de Windows 98 y nuestra impresión general es clara: estamos más bien frente a una mera actualización de Windows 95 que a un sistema operativo nuevo y diferente. El elemento que evidentemente destaca para el usuario promedio es la integración del lector web Internet Explorer en el sistema operativo. La idea es, claro, dar la impresión de que Internet es parte de la computadora y su escritorio. Es decir, Microsoft ha deseado que el usuario ya no se vea en la necesidad de iniciar su lector web y trabajar activamente para realizar la conexión. Con Windows 98 no es así; la conexión se realiza automáticamente, incluso cuando el usuario no está presente.
Es justamente tal elemento de integración -que a juicio de Microsoft es un necesario mejoramiento de la funcionalidad-, que ha llevado al Departamento de Justicia de Estados Unidos a querellarse contra Microsoft por violación de la Ley Antimonopolios. A juicio del Departamento, la verdadera intención de la compañía de Bill Gates al integrar ambas aplicaciones es de alcanzar la supremacía en el importante mercado de los lectores web, es decir, de la ventana misma a Internet.
En nuestra opinión, el Departamento de Justicia tiene razón en sus planteamientos. Al aceptarse mayoritariamente dicha integración y, es más, al acostumbrarse el usuario promedio a ella, Netscape habrá perdido la denominada guerra de los navegadores (o de los exploradores, si queremos ser justos). La derrota de Netscape implicará una peligrosa concentración de poder en manos de Microsoft, que al tener el control de la ventana de acceso a la red podrá actuar a su antojo en lo que pasará a ser su dominio exclusivo. Las concentraciones de poder monopólico nunca han sido buenas, especialmente para el usuario o consumidor final.
Sin embargo, no podemos evitar ponernos en el lugar del usuario promedio, a quien poco importan las guerras de navegadores o las disputas de poder entre compañías estadounidenses. Al usuario promedio importa en verdad la facilidad de uso del software y la rapidez de acceso a Internet. Para el usuario promedio será entonces una grata sorpresa que la mayoría de las funciones para el acceso a Internet sean, en Windows 98, más lógicas, fáciles e intuitivas que para el caso de Windows 95.
¿Y en qué terminará la guerra de los navegadores?. El tiempo dirá.
Héctor Pizarro
Director
DiarioTi.com