Según diversos trascendidos, el asesor, de nombre Ralph Reed, se esforzó en todo momento para conseguir que el candidato Bush hablara, frente a diversos interlocutores, a favor del gigante informático Microsoft, con el fin de evitar un fallo condenatorio como el que finalmente se produjo.
Comentando la información, el periódico The New York Times escribe que ninguno de los demás colaboradores del gobernador Bush se percató mayormente de las conversaciones entre Bush y Reed, quien también habría trabajado como asesor de la propia Microsoft.
Confrontado con tales actividades, de dudosa altura ética, Reed dijo sentirse arrepentido, a la vez que aseguró que no volvería a hacer lobby en favor de Microsoft frente a Bush u otros políticos.
Por su parte, el jefe de la campaña presidencial de Bush comentó que los estrechos vínculos entre Reed y Microsoft podrían perjudicar la imagen del candidato que, según diversos pronósticos, tiene las mayores posibilidades de convertirse en el sucesor del presidente Bill Clinton.
Como resulta natural en situaciones en que políticos de alto nivel se ven involucrados, los asesores de Bush recalcaron que el candidato no se percató de que estuviera siendo objeto de una campaña de defensa de los intereses de Microsoft. La compañía de Bill Gates, en tanto, señala que su propia campaña de lobby se produjo únicamente en respuesta a una campaña similar iniciada por sus detractores, orientada exclusivamente a perjudicar sus intereses.