Académicos: La pandemia ha creado un boom del comercio electrónico en América Latina

El confinamiento ha traído consigo un nuevo orden en las actividades comerciales que está impactando positivamente en el comercio electrónico a escala mundial.

El 2020 será un año de gran receso económico debido a la pandemia y al confinamiento decretado en varios países del mundo como única medida para frenar el contagio. Aun así, en medio de la recesión, el comercio electrónico parece estar teniendo su momento cumbre. Según Inma Rodríguez, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y experta en comercio electrónico, esto es resultado de los cambios que estas nuevas normativas están imponiendo en las actividades de distribución comercial, las cuales, efectivamente, impactan positivamente en el comercio electrónico.

Un estudio realizado por Kantar World Panel indica que el comercio electrónico ha estado creciendo a tasas de tres dígitos en América Latina desde 2018. Sin embargo, durante el confinamiento se ha producido un aumento del 26 % en las compras en línea en esta región del planeta, pues en países como Colombia y México el gasto de bienes de consumo tuvo un incremento de hasta el 20 %. Para la experta Inma Rodríguez, esto se debe a que el perfil del cliente actual está cambiando ligeramente: «se está ampliando, están entrando personas que quizás no lo habían probado nunca o que adquirían productos de comercio electrónico con poca frecuencia». Según la docente, las limitaciones de las personas para moverse o para encontrar productos bajo las condiciones del confinamiento en cada ciudad facilitan que estas personas se estén incorporando y estén decidiendo comprar por comercio electrónico. «En principio es positivo, es una lección positiva que podemos extraer de una situación que en sí misma es terrible y tiene muy fuertes repercusiones de carácter negativo para las empresas», puntualiza Rodríguez.

Las empresas responden a los intereses de los usuarios durante la pandemia

En cualquier caso, la crisis generada por la COVID-19 ha causado importantes modificaciones en la forma en la que los ciudadanos adquirimos los productos. Por un lado, ha cambiado los establecimientos en los que realizamos nuestras compras. Por otro lado, ha generado un escenario en el que los consumidores pueden llegar a percibir todo el potencial que posee el comercio electrónico. «El principal reto al que se enfrentan las empresas es no dar una calidad de servicio como la que desearían recibir los consumidores o desearían proporcionar las propias compañías», añade Rodríguez. Es necesario que las empresas reorganicen su capital humano y la gestión de sus recursos a fin de que los periodos de entrega no se vean afectados por el aumento del comercio electrónico. Según indica la experta, influye el grado de preparación que tienen las empresas —sean grandes, medianas o pequeñas— para prestar este tipo de actividades, pues los recursos y las capacidades condicionan su grado de preparación para afrontar cualquier tipo de cambio o innovación que deban introducir. «Sin embargo, hay excepciones; hay empresas pequeñas que precisamente por su tamaño son muy flexibles y se dotan de una gran capacidad de adaptación», concluye Rodríguez.

Durante este periodo de confinamiento, más personas adoptarán el comercio electrónico, de tal manera que, con el paso del tiempo, se habrán roto y superado las barreras que hasta la fecha tenía el comercio electrónico. Con el tiempo, y una vez pase la crisis sanitaria que vive el mundo, los usuarios serán más propensos a comprar en línea, con lo cual es posible que el comercio electrónico y otras actividades de consumo crezcan.

En ese sentido, es clave que las empresas se preparen desde la ciberseguridad para evitar ser estafadas, ya que durante esta crisis han aumentado significativamente los casos de delincuencia y robo en la red. «Uno de los principales riesgos para las empresas son los datos que manejan los equipos. Durante estos días, los trabajadores acceden a informaciones sensibles de sus empresas desde casa con los ordenadores de sus domicilios, que en muchos casos no se ajustan a los estándares de ciberseguridad fijados por las organizaciones, como ocurre con los dispositivos que usan en sus oficinas», explica por su parte David Megías, investigador experto en ciberseguridad del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).


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