Pasaron casi 20 años desde que presencié el lanzamiento de Internet que realizó Microsoft en 1995. Netscape era el líder indiscutido, el resto del sector tecnológico se apresuraba para reducir la desventaja y los demás intentaban analizar la manera en que Internet afectaría su negocio. Las empresas que incorporaron Internet lograron un crecimiento extraordinario. Las que no, se disolvieron. ¿No me cree? Solo debe consultar la lista Fortune 500, donde se puede observar que, desde el año 2000, desapareció el 52 % de las empresas.
Una vez más, nos encontramos al borde del precipicio de un cambio masivo, impulsado por la llegada de un mundo digital basado en una plataforma móvil y de nube. Las cifras son sorprendentes: en 2020, habrá 7,000 millones de personas conectadas a Internet en 30,000 millones de dispositivos, que generarán una cantidad astronómica de 44 zettabytes de datos. Y al igual que el boom de Internet basado en PC cliente/servidor que lo precedió, el mundo digital será una oportunidad increíble para los negocios que lo incorporen… y un límite equivalente al que dividió los períodos Cretácico y Terciario para aquellos que no lo hagan.
Como señalamos, la amenaza global para el negocio es la misma, pero ¿qué cambió? La respuesta más sencilla es “todo lo demás”.
Comencemos por lo más básico. La diferencia en la cantidad de usuarios y de datos es evidente. Considere, por ejemplo, el sector de seguros. Si tiene un accidente, ya no necesita llamar a la empresa aseguradora para presentar un reclamo. Puede usar una aplicación para sacar fotografías y enviar el reclamo de manera directa a fin de que la reparación del automóvil sea más rápida. En lugar de algunos cientos de personas en un call center que introducen algunos cientos de kilobytes de datos por cliente, habrá millones de consumidores que agregarán de decenas a cientos de megabytes directamente por medio de una aplicación.
Además, si considera el hecho de que las empresas de servicios de todos los sectores ofrecerán experiencias similares para los clientes, podrá ver por qué la escala alcanza cifras de miles de millones de usuarios y zettabytes de datos. No hace falta mencionar también las empresas de productos (como GE, Tesla, John Deere, BMW y EMC) que crearán productos “inteligentes” y generarán datos en tiempo real para mejorar la personalización, incrementar la eficiencia y aumentar la capacidad de predicción.
¿Qué sucederá con la arquitectura de estas nuevas aplicaciones? También será significativamente diferente. Para admitir cantidades masivas de usuarios y de datos, la arquitectura debe cambiar. Las aplicaciones se dividirán en diferentes microservicios que, mediante una infraestructura de plataforma como servicio (PaaS) en muchos casos, se actualizarán y se implementarán automáticamente, sin que el servicio deje de estar disponible para el consumidor. La infraestructura de aplicaciones será inherentemente distribuida y de escalamiento horizontal a fin de admitir las cantidades exorbitantes de usuarios, y el almacenamiento pasará a ser definido por software en modelos genéricos para admitir la escala de exabytes con un precio accesible.
A medida que las empresas de tecnología tomen conciencia del poder del desarrollo basado en la comunidad, el uso del código abierto será mucho más generalizado, pero la mayoría pagará para obtener un sistema funcional completo con garantías de nivel de servicio.
¿Qué sucederá con el modelo de desarrollo? También será diferente. Puede tirar los libros sobre el desarrollo en cascada y SDLC (lo sé, es muy probable que ya lo haya hecho), y adquirir una nueva colección basada en la programación ágil y extrema. Muchos de nosotros hemos presenciado la “marcha de la muerte” de una versión tras otra y hemos padecido la frustración de observar cómo la calidad nunca es la esperada y el conjunto de funciones siempre es insuficiente. El desarrollo ágil, cuando se implementa correctamente, ofrece un nivel de transparencia que el desarrollo en cascada nunca permitió. A esto se le debe sumar el hecho de que el cambio ahora está incorporado en el proceso de desarrollo, y se puede alcanzar un nivel de capacidad de respuesta y productividad que inspire a los equipos en lugar de abatirlos.
¿Y el proceso de lanzamiento? Sí, también será diferente. Ya no veremos lanzamientos de tipo “big bang” después de los cuales los equipos se desentienden del producto y que terminan con una pelea entre el personal de desarrollo y el de operaciones de TI (por una aplicación de mala calidad y con pocas funciones pertinentes, producto de lo explicado en el párrafo anterior). Los consumidores son caprichosos; las empresas deben comprender el uso de la aplicación, introducir variaciones en la funcionalidad y ofrecer una experiencia mejorada y más personalizada a lo largo del tiempo. Los ciclos de desarrollo ya no se miden en meses ni años, sino en días o semanas. El desarrollo y las operaciones (Development and Operations) están casi fusionados, lo cual ha generado el surgimiento de DevOps.
Por último, ¿qué sucederá con el proceso de administración de aplicaciones? Adivinó: también será diferente. Permítame usar una analogía que se hizo famosa gracias a mi amigo Randy Bias. Actualmente, tratamos a las aplicaciones como mascotas: les ponemos un nombre a todas y cuando se enferman, usamos todas las herramientas que están a nuestro alcance para curarlas. Con las nuevas aplicaciones distribuidas de escalamiento horizontal, no hacemos lo mismo. Tratamos a las aplicaciones más bien como gallinas. A medida que la aplicación escala, montones de instancias salen del cascarón… y cuando una instancia se enferma, bueno…, ya sabe lo que ocurre. Me limitaré a decir que no llamamos al veterinario.
En los próximos meses, se hablará mucho del nuevo mundo digital, de la nueva infraestructura “nativa de la nube” y de los nuevos modelos que se usarán para admitirla. Sospecho que también se hará la limpieza necesaria de ofertas “nativas de la nube” a lo largo del proceso. Si bien es fundamental establecer un plan de trabajo y una transición al nuevo mundo que sean pragmáticos, no nos debe intimidar el hecho de que el nuevo mundo digital y la infraestructura subyacente serán diferentes. Tecnologías diferentes, procesos diferentes y habilidades diferentes. Incorpore lo que será “diferente” en su organización de TI y asegúrese de ayudar a que la empresa esté dentro del 48 % cuando llegue 2020.
Por Jeremy Burton, Presidente de Productos & Mercadeo de EMC