En la presentación del producto, el director de la compañía, Craig Barrett, puso de relieve la capacidad mejorada del Pentium III con respecto a versiones anteriores para la gestión de tecnologías multimedios. A modo de ejemplo, mencionó el reconocimiento de voz, la lectura de juegos avanzados y la transmisión optimizada de archivos audiovisuales vía Internet.
Sin embargo, la impresión que deja el Pentium III es que no se diferencia marcadamente de su predecesor, el Pentium II, excepto por la incorporación de 70 nuevas instrucciones que el dispositivo puede manejar y que fueron conocidas bajo el nombre clave Katmai new instructions.
Al probar el nuevo Pentium III con los actuales programas que miden el rendimiento de los microprocesadores, puede constatarse que no hay mayor diferencia entre un Pentium II y un Pentium III que operan a la misma velocidad (en megahertz).
Por ello, al pensar en términos de corto plazo, no habría razón alguna para comprar un Pentium III, en cuya versión de 450 Mhz costaría aproximadamente USD 100 más que un Pentium II de la misma velocidad. Esto se debe a que por el momento hay pocos programas diseñados para interpretar las nuevas instrucciones del Pentium III (por ejemplo, codificación y decodificación de archivos MPEG, gestión de gráficos tridimensionales, sonido AC3 avanzado, etc).
Lo anterior implica que la popularidad que eventualmente adquiera el Pentium III dependerá de la rapidez con que nuevos productos se sumen a los aproximadamente 200 ya optimizados para el nuevo procesador.
Por otra parte, el periódico Washington Post informa que dos organizaciones estadounidenses dedicadas a la defensa de los intereses del consumidor iniciaron una campaña tendiente a impedir la comercialización del Pentium III, debido a que incorpora una característica que hace posible rastrear al usuario en el ciberespacio. Al respecto, un ejecutivo de la Comisión Federal de Comercio declaró que si bien es cierto tal característica es activada por el propio usuario, la práctica demuestra que los consumidores se ven forzados a someterse a los sistemas de rastreo.