La actual pandemia del coronavirus nos enfrenta a una situación inédita: han pasado seis meses y seguimos en un escenario de incertidumbre en el que aún no podemos construir una hipótesis sobre cómo será el futuro.
A semejanza de una “tormenta perfecta”, en la que confluyen una serie de factores climáticos singulares, hoy nos enfrentamos a una “incertidumbre perfecta” explicada por seis factores. El primero es la incertidumbre sanitaria, puesto que aún no se sabe a ciencia cierta cuándo y cómo nos infectamos y ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) puede dar certezas al respecto. Además, tampoco se tiene seguridad sobre la efectividad y disponibilidad de las vacunas contra este virus.
Enfrentamos también una incertidumbre temporal, pues si bien hay certeza sobre el momento cero de la pandemia (diciembre del 2019), no se sabe cuándo regresaremos a la “nueva normalidad”. Incluso, algunas zonas que parecían haber vencido el virus, experimentan rebrotes. Esto ha cuestionado la idea de que, una vez alcanzado un pico de contagios, sobreviene una disminución.
La siguiente es la incertidumbre geográfica: a diferencia del pasado, cuando las personas migraban ante la ocurrencia de un desastre natural o una crisis económica, ahora no hay ninguna zona libre del coronavirus. A lo sumo hay zonas más o menos afectadas.
En cuarto lugar, existe una incertidumbre de referentes. Mientras que en crisis pasadas era posible identificar un causante o a quién podía resolverla, hoy estamos como un boxeador ciego tirando trompadas al aire procurando noquear a un virus.
No menos importante es la incertidumbre económica, dado que no se sabe a ciencia cierta cuáles son los impactos que esta pandemia tiene actualmente y, menos aún, cuáles serán estos en el futuro. Lo que genera incertidumbre es que no está claro ni su profundidad (¿cuánto caerá el PBI global, regional, nacional y personal?), ni cómo y cuándo se dará la recuperación, y si esta será en forma de V, W, U o L, como discuten los economistas. A lo sumo, se sabe que hay unos pocos ganadores (como el comercio electrónico) y muchos perdedores.
Como sexto elemento tenemos la incertidumbre social. En este momento, no sabemos qué factores de nuestra actual vida permanecerán y cuáles serán anécdotas. Se espera que las nuevas formas de trabajar (home office), de estudiar, de trasladarse, de relacionarse (distanciamiento social) perduren en nuestras vidas, pero sin saber claramente de qué manera.
Son seis variables relevantes, inciertas, convergentes, coincidentes e interrelacionadas que son demasiadas para cualquiera. El cerebro sufre con la incertidumbre y ese sufrimiento suele generar diversas respuestas.
Tipos de respuesta
Una de estas respuestas es reemplazar la falta de certeza con supuestos, especulaciones o inferencias. El problema es que, muchas veces, este proceso deriva en decisiones que tienen impactos en la economía, en las relaciones personales, y hasta generan angustia. Probablemente, convenga hacer una gestión inteligente de la información fiable.
Otra respuesta es el cansancio derivado del sufrimiento, el mismo que merma las capacidades. Es posible que haya impactos en la energía, la salud del cuerpo y de las relaciones con las personas con las que convivimos e interactuamos. Sin embargo, estas son evitables.
Otra opción es hacer experimentos en nuestra vida personal y laboral. Esto implicaría aceptar que la incertidumbre es nuestra compañera de viaje; que no tenemos todas las respuestas porque sencillamente nos cambiaron las preguntas y que todo el mundo está pasando por eso. Hacerlo nos podría dar una sensación de sosiego y, de esa forma, aliviar un poco la marcha.
Acciones erróneas
Frente a la incertidumbre, un error común en las organizaciones es suponer que se volverá a una “nueva normalidad” parecida a la anterior. Con un sentido épico, como el de un general que cree que debe estar al frente del ejército en la batalla, algunos líderes están llamando a su equipo directivo a que vuelvan a la oficina para dar un mensaje de futuro, continuidad y certeza. Otros siguen pensando que los modelos de productividad se controlan por horarios.
Otro error frecuente es la sobreplanificación, construyéndose un abanico de respuestas probables con el afán de disminuir la incertidumbre. Sé de algunos casos en los que se hicieron más de seis escenarios posibles y todos quedaron desactualizados en menos de 72 horas. Dado el nivel tan alto de incertidumbre, sobreplanificar sirve más para dar tranquilidad a nivel cerebral que al management.
Respuestas efectivas
Un principio antropológico indica que la tribu contiene. En ese sentido, las organizaciones que han demostrado mayor cercanía a sus colaboradores han logrado un mayor nivel de contención, tranquilidad y engagement. Esta cercanía da una idea de gobernabilidad y ayuda a reducir la incertidumbre.
Es igualmente útil dejar de tomar la incertidumbre como un error o falla que hay que exterminar. Se debe cambiar el mindset para ayudar a transformar los datos reales, dejando de buscar respuestas, y estar dispuestos a aprender cómo surfear la ola que va emergiendo.
Mirar hacia adelante
Sobreplanificar, trabajar muchas horas y ser un “workaholic” no es sostenible, pues genera un proceso de desgaste, tanto en lo privado como en lo laboral. Esto sucede cuando el cerebro no se siente cómodo con la incertidumbre porque lo percibe como una amenaza. Por tanto, está en un estado de alerta constante, tratando de identificar en qué momento seremos atacados, y eso es muy desgastante.
Hay que entender que la sorpresa pasó. Ya salimos de la situación de emergencia, y casi todas las empresas encontraron una forma de funcionar, salvo aquellas que saben que ya no podrán hacerlo y encontraron una forma de desactivarse o renovarse. La pregunta que se hacen es: ¿me podré manejar en la siguiente etapa de la misma manera en que lo vengo haciendo hoy?
Para responderla debemos entender que estamos en un proceso de “primera estabilización inestable”, mirando con mucha expectativa, pero no exenta de temores, los próximos tiempos, pues no sabemos si esta estabilidad es perdurable o momentánea.
Finalmente, ante la incertidumbre, tenemos que tener en cuenta:
- Abrazar la incertidumbre como relato de la realidad y no como algo a combatir.
- Proximidad, estar cerca de la gente.
- Hay que comprender que lo que sirve a unos, quizás no lo haga para otros; y eso se aplica también a las industrias. Sin embargo, hay metodologías para trabajar estos procesos.
- Hay que mantener la calma, no desesperarse, pensar y tener en cuenta los gaps en la tecnología, dinero y/o empatía.
Por Juan Pablo Sanguinetti, Country Manager de Whalecom Perú