Tal panorama, observado en un seminario local sin mayor trascendencia, bien puede ser transferido al dominio de los especialistas y adivinos internacionales que con frecuencia presentan sus predicciones ante un ávido público deseoso de saber qué les depara el futuro tecnológico. Al comenzar un nuevo año, los pronósticos se hacen más abundantes e interesantes.
Hemos observado, en tal sentido, que los citados especialistas y adivinos dan un carácter cada vez más autoritario a sus visiones, aprovechando quizás que el mercado prefiere las soluciones estandarizadas.
Mientras que en los años 60 y 70 eran los autores de ciencia ficción quienes escribían libros sobre el futuro, actualmente son los futuristas quienes han copado el mercado. Entre la literatura futurista destacan los famosos libros The Road Ahead, de Bill Gates; Being Digital de Nicholas Negroponte y The Art of the Long View, de Peter Schwartz. Tales libros presentan ideas y teorías de corto y mediano plazos, que en poco tiempo más han de ser relevadas por otras ideas y teorías, aún más interesantes.
Los análisis de tendencias o desarrollos futuros tienen, en la práctica, sólo dos fuentes o referencias reales. La primera es la historia, de la que pueden obtenerse numerosas analogías que pueden ser aplicadas a problemáticas actuales y posiblemente futuras. La segunda fuente en la que los especialistas y adivinos basan sus predicciones es el mundo tal cual este se presenta actualmente. El método empleado consiste en acelerar las tendencias actuales, teniendo presente el factor azar, y presentar un análisis que dada su naturaleza tendrá necesariamente que contener una buena dosis de especulación.
Nuestra actitud ante el futuro ha experimentado cambios notables durante las últimas décadas. En los años 60 y 70, se caracterizaba por la fascinación frente a los posibles escenarios futuros, actitud que quedaba claramente demostrada en la literatura de ciencia ficción de esos años. En tales libros se presentaban alternativamente imágenes de un futuro fantástico o aterrador, aunque siempre el lector quedaba con la impresión de que no era demasiado tarde para tomar las decisiones apropiadas.
Las actuales visiones sobre el futuro están más bien caracterizadas por un mayor grado de seriedad e inseguridad sobre lo que este nos depara. Y aunque persiste la confianza en que la tecnología habrá de solucionar los problemas que nosotros mismos nos vamos creando, no podemos desconocer los efectos negativos de las soluciones tecnológicas en que se está basando la sociedad actual.
Y es precisamente tal inseguridad que da los futuristas la autoconfianza suficiente como para presentar visiones cada vez más inapelables y autoritarias. Mientras más inseguro se presente el mundo, más receptivo se hace el mercado para sus predicciones.
Uno de los ejemplos históricos de predicciones absolutamente equivocadas sobre desarrollos tecnológicos es el proporcionado por la compañía IBM, que en su análisis original del mercado de las computadoras personales señaló que la base de compradores de tal producto sería de unos pocos miles.
Al aumentar el grado de variabilidad de las predicciones aumenta proporcionalmente el riesgo de que no se cumplan. Aquellos videntes que venden sus predicciones podrían, a futuro, experimentar la siguiente situación: los clientes se apersonan cinco años después de la entrega de un análisis/pronóstico y exigen la devolución de su dinero ya que las visiones no se cumplieron.
Y ese sería nuestro pronóstico para los videntes autoritarios.
Héctor Pizarro
Director
DiarioTi.com