La tecnología OTTs (del inglés, over-the-top), y las redes sociales impulsan una creciente demanda de los consumidores por una velocidad de internet más rápida y una mayor tasa de transmisión de datos a un precio asequible. Por lo tanto, los operadores pasaron a adoptar una postura más agresiva en lo que se refiere a las inversiones en el desarrollo de nuevas redes y eventuales alianzas con empresas de otros segmentos.
Con la evolución de la tecnología, la interactividad entre los usuarios hoy en día sobrecarga las redes de los operadores, que manejan cada segundo con una pesada cantidad de datos transferidos. Si este equilibrio entre datos e infraestructura ya era un desafío para estas empresas, el escenario sigue siendo cada vez más complejo. Ahora, estamos a punto de enfrentar la inserción de la IoT (Internet de las Cosas) en el cotidiano de todos.
Por más que se discuta la necesidad de implementación de la nueva generación de redes celulares, el 5G, como parte de la estrategia para masificar la IoT, los fabricantes de infraestructura móvil están anticipando parte de esta tecnología para las redes actuales. En 2016 fue definido y estandarizado por la 3GPP (entidad global responsable de la estandarización de las tecnologías móviles) una extensión para redes de baja potencia o LPWA (Low Power Wide Area) que habilita dispositivos IoT a conectarse directamente a redes celulares 3G y 4G. Las tres variaciones de tecnología LPWA estandarizadas por 3GPP son NB-IoT (IoT de banda estrecha), LTE Cat M1 o LTE-M y EC-GSM (cobertura extendida GSM).
Este movimiento se debe al entendimiento de los operadoras de que pueden y deben aprovechar la inversión ya hecha en las redes 3G y 4G para brindar un nuevo servicio además de los servicios de voz y de datos móviles. Este sería un primer paso, hasta que los casos de negocios justifiquen a largo plazo la migración hacia redes de nueva generación, aún necesarias para la masificación de dispositivos IoT conectados a las redes celulares y sobre todo aquellos con requerimientos muy rígidos de tiempo de respuesta, disponibilidad y ancho de banda.
La tecnología disponible hoy permite el diálogo de miles de dispositivos IoT conectados en una sola célula (red celular) pero con un ancho de banda más estrecho. El NB-IoT, por ejemplo, permite la conexión de hasta 250 kbps (pico) y LTE-M de 1Mbps (pico), en el que se podría atender a una serie de nuevas aplicaciones como los sensores usados en la agricultura, medidores de consumo de electricidad, gas y agua, sensores para aplicación médica, etc.
Además, otras ventajas para invertir en la instalación de esas tecnologías y la adaptación de las redes para recibirlas incluyen el hecho de que el mercado ya está moviéndose a favor de esta tendencia. Diversos operadores ya anunciaron la inversión y la disponibilidad de cobertura en sus redes para ofrecer servicios de conectividad IoT en redes de espectro licenciado. También estamos acompañando la expansión y el crecimiento de este tipo de servicio en redes con espectro no licenciado (fuera de las redes celulares), como la empresa francesa Sigfox.
A largo plazo, la transición al 5G posibilitará nuevos casos de uso para IoT, algunos de ellos todavía en fase de pruebas, como aquellos que exigen alta confiabilidad de conexión y mayor ancho de banda en la operación de drones, coches o hasta equipos médicos a distancia, por ejemplo.
Por Luiz Cesar Oliveira, VP de Viavi para América Latina