Combatir la pobreza, diseñar nuevos modelos para el transporte público, el sistema de salud o enfrentar el cambio climático, mejorar la educación de nuestros niños o anticiparse a las demandas de los clientes con nuevos servicios para diferenciarse frente a la competencia, son algunos de los enormes desafíos que experimentan las empresas, organizaciones y gobiernos en este entorno global e interconectado en el que vivimos y que conlleva cambios acelerados minuto a minuto.
El proceso de Transformación Digital, que en términos simples implica la integración de las tecnologías, procesos y datos disponibles mediante la gran infraestructura virtual con el potencial de generar el conocimiento que aporte valor a la toma de decisiones, se ha posicionado como un motor de cambio e innovación que permitirá entregar respuestas a los enormes desafíos antes mencionados y muchísimos otros que están por venir.
Hoy las personas generamos segundo a segundo millones de terabytes, ya sea desde fuentes estructuradas como bases de datos empresariales, aunque la mayoría de ellos provienen desde fuentes no estructuradas como nuestros dispositivos móviles, teléfonos inteligentes, consolas, sensores, robots, dispensadores, cámaras de videovigilancia, relojes y, por supuesto, las redes sociales, videos y medios online, por citar algunos ejemplos. Según un estudio realizado por la consultora Gartner para fines de esta década habrá unos 20,8 mil millones de dispositivos conectados a Internet, constituyendo una invaluable fuente para generar inteligencia y cambio.
Ante esta verdadera avalancha de información es necesario desplegar una capa analítica para poder discriminar, comparar, correlacionar y compartir los datos –el principal activo de la sociedad de la información- con el objetivo de descubrir el valioso “ADN” que traen consigo, por ejemplo nuevos patrones de conducta, perspectivas antes ignoradas y generar enfoques innovadores dependiendo de cada actividad, rubro o negocio.
Por ejemplo, veamos como se masifica el concepto de smart cities, donde las autoridades, empresas y ciudadanos pueden generar un círculo virtuoso de cooperación al compartir los datos generados en tiempo real sin importar el dispositivo, lugar o el momento desde donde se generen; para identificar problemas, detectar oportunidades y generar soluciones que mejoren la calidad de vida en ámbitos tan críticos como la seguridad, el transporte o la gestión ambiental que tienen un impacto en la calidad de vida y la optimización de los recursos públicos.
En el ámbito empresarial, la Transformación Digital gracias a la disponibilidad que aporta la Nube y la virtualización se está convirtiendo en un potente motor para modernizar los procesos y las operaciones en tiempo real, con el foco cada vez más definido en optimizar la experiencia del cliente, para brindarles máximos niveles de personalización y satisfacción en base al conocimiento acabado de sus necesidades, experiencias o motivaciones presentes y futuras. Es decir, la capacidad de anticiparse a los cambios y tendencias antes que la competencia, focalizarse en la planificación estratégica y así obtener una ventaja comparativa y la agilidad que puede marcar la diferencia.
Como podemos visualizar, la mera adopción de tecnologías por sí sola no produce los beneficios que conlleva la Transformación Digital, pero cambiar una organización y fomentar el liderazgo para aprovechar el potencial de este paradigma sí lo hace, mediante un profundo rediseño interno de procesos e interacciones, que redunde en un cambio cultural transversal para destacar el capital humano, facilitar la creatividad e impulsar la innovación social.
Por Mauricio León, Director de Ventas Hitachi Data Systems, Chile