El periódico británico The Guardian informa en exclusiva el domingo 6 de octubre que los atletas y espectadores que asistan a los Juegos Olímpicos de invierno a realizarse en febrero en la ciudad rusa de Sochi “serán objeto del espionaje más invasivo y sistemático de la historia de las Olimpiadas”.
Según la publicación, que cita documentación preparada por un equipo de periodistas rusos,la organización FSB (Servicio Federal de Seguridad de Rusia), procurará que ninguna de las comunicaciones realizadas durante las Olimpiadas escape al sistema de monitorización.
Para ello, recientemente se ha instalado infraestructura telefónica en Sochi, que proporciona al FSB la capacidad técnica de interceptar absolutamente todas las comunicaciones telefónicas y binarias, detectando palabras o frases de su interés, escritas o habladas, en correo electrónico, chat o medios sociales.
Los periodistas rusos Andrei Soldatov e Irina Borogan, ambos expertos en servicios de seguridad rusos, analizaron decenas de documentos técnicos y administrativos, constatando los preparativos infraestructurales y tácticos que se están realizando con el fin de vigilar las comunicaciones olímpicas mediante SORM, el sistema ruso de intercepción y monitorización de comunicaciones digitales (nuestro medio se refirió por primera vez a SORM en este artículo de 1998)
Los preparativos del caso implicarían el uso de una controvertida tecnología de “inspección profunda de paquetes de datos”, que permite a las agencias de inteligencia filtrar los usuarios que pronuncien, o digiten, determinadas palabras.
The Guardian entrevistó además a Ron Deibert, catedrático de la Universidad de Toronto y director de Citizen Lab, quien también participó en la investigación de los periodistas rusos. Deibert se refiere a los cambios realizados a SORM en el contexto olímpico como “Prism en esteroides”, en referencia al programa de espionaje estadounidense revelado en junio pasado por el ex contratista de la NSA, y ahora filtrador, Edward Snowden.
Según Deibert, “el espectro y alcance de la vigilancia rusa es similar a Prism, aunque hay diferencias sutiles en las regulaciones”. En tal sentido, se refiere a que mientras el sistema estadounidense ha sido reservado y algo más prudente, en Rusia se ha establecido, sin mayores rodeos, que “el acceso permanente para SORM es un requisito para instalar la infraestructura en sí”.
Los preparativos rusos habrían llevado al gobierno estadounidense a elaborar un folleto donde recomienda “extremar sus precauciones al comunicarse” a sus funcionarios que viajen a Rusia con motivo de los juegos olímpicos.
En el folleto se agrega: “los viajeros de negocios deben tener especialmente presente que los secretos comerciales, posiciones de negociación y otra información reservada podría ser intervenida y compartida con competidores, contrapartes, y/o organismos reguladores ilegales rusos”. El documento contiene una lista de precauciones para los visitantes que deseen asegurar la seguridad de sus comunicaciones, como por ejemplo extraer las baterías de los teléfonos cuando éstos no están siendo usados, y sólo viajar con dispositivos “limpios”.
La investigación también aborda un tema especialmente controvertido estos días, y que podría ocupar gran parte de la agenda mediática de los Juegos Olímpicos: los derechos de los homosexuales. Rusia ha aprobado una ley, objetada en todo el mundo, que prohíbe lo que denomina “propaganda gay”. En tal contexto, se espera que las autoridades rusas utilicen sus capacidades de vigilancia y espionaje para detectar y reprimir todo intento de protesta colectiva contra una ley anti-gay considerada retrógrada e inhumana. Así, las autoridades podrán identificar, etiquetar y seguir a todos los visitantes a los juegos olímpicos, rusos y extranjeros, que discutan la controvertida ley, quizás planeando organizar protestas públicas.
The Guardian dice haber solicitado infructuosamente al FSB referirse a las investigaciones y conclusiones de Soldatov y Borogan.
La conclusión, por lo tanto, sería la siguiente, en palabras de Andrei Soldatov a The Guardian: “Las autoridades rusas quieren asegurarse de que toda conexión, y todo movimiento online, realizados en Sochi durante los Juegos Olímpicos sean totalmente transparentes para los servicios secretos del país”.
Fuente: The Guardian
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