Como se sabrá, el CEO de Microsoft, Steve Ballmer, abandonará su cargo antes de agosto de 2014. La empresa esta abocada a buscar su sucesor y todos los observadores coinciden en señalar que la decisión que tome la empresa será decisiva para su desarrollo durante los próximos años y, por ende, para su futuro. Hay, en realidad, un fabuloso patrimonio económico en juego.
Rick Sherlund, experto en Microsoft y connotado analista de la empresa financiera japonesa Nomura -conocida por haber encontrado los restos de Lehman Brothers en Asia y Europa en octubre de 2008 – ha hecho circular un memorando en que aborda la idea que Microsoft tendría un mejor pronóstico con dos CEO, y no sólo uno.
El memorando no ha sido publicado en Internet, pero ha recibido amplia cobertura entre otros de sitios como All Things Digital y Value Walk.
Desde ya puede darse por descontado que la jefatura de Microsoft requiere en esta oportunidad un ejecutivo con cualidades excepcionales de líder, en gran parte debido a que es necesario un considerable proceso interno con el fin de impulsar y dar mayor eficacia a la organización. El propio Steve Ballmer inició un proceso de reorganización dirigido a una creciente cultura de rivalidades entre mandos medios.
Por otra parte, Microsoft necesita un CEO con visiones sobre los productos y servicios que serán viables y rentables, en una época en que el mercado de software para PCs no hace sino contraerse y experimentar grandes cambios.
Sherlund opina que la capacidad de tener visiones relevantes sobre futuros productos y servicios es más relevante para Microsoft que un individuo “nacido líder”. Partiendo entonces de la base de que Microsoft sólo se decida por un CEO, Sherlund indica que la persona indicada es Paul Maritz. Mariz es actualmente el presidente de Pivotal, subsidiaria de EMC y VMware, que ofrece sistemas TI flexibles y escalables al mercado comercial, inspirado en los modelos de Facebook y Google. Maritz ha tenido además cargos gerenciales en Microsoft y EMC, aparte de haber estado al frente de VMware durante cuatro años, desde julio de 2008.
Según Sherlund, Maritz habría sido contactado por Bill Gates hace un año, oportunidad en que se le preguntó si consideraría convertirse en el sucesor de Steve Ballmer. La respuesta de Maritz habría sido negativa.
A juicio de Sherlund, Maritz tiene una visión integral sobre la nube, y no se obsesiona por los productos tradicionales. Así, en lugar de “dar un nuevo rumbo a Microsoft”, Maritz le imprimiría más bien una renovación. En lugar de aferrarse a Windows, Microsoft podría entregar productos y tecnologías a plataformas como Android e iOS. Sherlund opina que incluso Microsoft podría comprar Pivotal “para asegurarse a Maritz”.
Si, por el contrario, entre quienes decidirán quién será el sucesor de Ballmer hubiera una mayor preferencia por “un CEO líder nato” y no un visionario, Sherlund se inclina por la candidatura de Alan Mulally, de Ford. Durante su presidencia ejecutiva, Ford realizó una exitosa reorganización, sin necesidad de recurrir a fondos públicos, al contrario de lo ocurrido con su archirrival General Motors.
Surge entonces la pregunta: “¿Por qué entonces no sustituir a Ballmer por dos CEO?”. Así, Maritz se encargaría de los productos y servicios que Microsoft deberá aprender al mercado, mientras que Mulally se encarga de la organización.
Sherlund es citado con las siguientes palabras por All Things Digital: “Mulally podría encargarse del negocio y de dirigir los cambios en la organización, mientras que Maritz podría conducir el entretenido trabajo de desarrollo. Ésta sería una alianza que, a nuestro juicio, funcionaría, y que indudablemente entusiasmará a los inversores en caso de resultar”.
La idea no es revolucionaria; de hecho, Microsoft anteriormente probó una suerte de gerencia compartida cuando Bill Gates se convirtió en “Chief Software Architect” en enero de 2000, mientras que Steve Ballmer asumió la presidencia ejecutiva.
En junio de 2006, Ray Ozzie sustituyó a Gates como Chief Software Architect, cargo que ocupó hasta 2010. A partir de entonces, no hubo un nuevo Chief Software Architect en Microsoft. Es preciso considerar además que en la dupla Gates-Ballmer, Gates era además presidente de la junta directiva, aparte de ser una persona histórica, conocida en todo el mundo. Cuando Ozzie reemplazó a Gates, en ningún caso se habló de igualdad entre él y Ballmer.
El modelo propuesto por Sherlund presupone, como una condición absoluta, igualdad entre Maritz y Mulally. El modelo puede ser visualizado como un gigante bicéfalo. A la izquierda, Alan Mulally con su lógica, sentido de los detalles y del realismo. A la derecha, Maritz con su pensamiento integral fantasía y visiones.
Ilustración principal: Pichetw (c) / Shutterstock.com y Microsoft.com (edición: Diario TI)