Según tal repartición estadounidense, las supercomputadoras están siendo empleadas en dos laboratorios rusos dedicados a desarrollar armas atómicas. Al respecto, James P. Rubin, vocero de la Secretaría de Estado, declaró que en 1996, algunas compañías estadounidenses solicitaron licencias de exportación de computadoras de alto nivel tecnológico a Rusia. En la solicitud se garantizaba que las máquinas serían usadas únicamente para la reforzar la seguridad de las armas atómicas rusas. La solicitud fue rechazada debido al riesgo de que las máquinas fuesen reasignadas para la producción, propiamente tal, de armas atómicas.
Según Rubin, su país tuvo conocimiento de que Rusia de igual forma había conseguido las máquinas en enero pasado, lo que motivó una intervención política al más alto nivel. Según trascendió, Rusia ofreció entonces trasladar las máquinas desde los citados laboratorios a un lugar donde pudieran ser supervisadas por los propios estadounidenses. Rubin comentó la oferta señalando que al contar su país con posibilidades de control satisfactorio, la situación cambiaría radicalmente.