Intel es, en los hechos, una máquina de hacer dinero. En el segundo trimestre del año, la compañía facturó por 9,2 mil millones de dólares, quedando con beneficios de 2 mil millones de dólares, después de impuestos.
El secreto de ganar tales sumas en el negocio de los microprocesadores radica en el gran volumen que Intel comercializa y en reducir, lo antes posible, los gastos de producción de los modelos nuevos. El ritmo en que Intel logra realizar tal proceso es uno de los secretos mejor guardados por la compañía.
La prestigiosa consultora In-Stat ha estudiado el tema en detalle, concluyendo que el éxito de Intel radica en la débil competencia que enfrenta y en los enormes beneficios que cosecha del volumen de chips que comercializa.
Según In-Stat, a Intel sólo le cuesta un promedio de 40 dólares producir un procesador. Considerando que los chips nuevos de alto rendimiento alcanzan precios que bordean los 300-400 dólares, es fácil concluir que el amplio margen de ganancia neta, sumado al volumen de procesadores que comercializa, hace que Intel ostente sin problemas el apodo de gigante de los chips.
In-Stat subraya que en su análisis sólo consideró los gastos de producción, incluyendo la construcción y operación de las extremadamente costosas fábricas de chips. Los gastos de diseño y marketing no fueron considerados en el cálculo.
La consultora indica que el precio de producción se ha estancado desde 2003, lo que sugiere que Intel puede cumplir sin inconvenientes con la denominada Ley de Moore.
El análisis de In-Stat pone de relieve además las dificultades que enfrentan productores menores como AMD. El panorama económico de AMD oscila entre los números rojos y negros cada año en su lucha contra Intel y sus ventajas de ventas en grandes volúmenes.
Imagen: Pat Gelsinger, vicepresidente senior de Intel, en la reciente presentación de una de las nuevas soluciones tecnológicas de la compañía.
