Analista: La Cumbre de Seguridad de la IA del Reino Unido fue un espejo de las disparidades globales en materia de IA

La Declaración de Bletchley aunó a 28 países, con el compromiso de fomentar la cooperación internacional en la investigación y mitigación de la IA, reflejando una unidad superficial entre los líderes de la IA.

El Reino Unido acogió esta semana una Cumbre sobre la Seguridad de la IA, llamando la atención no sólo sobre los avances logrados en la seguridad de la IA, sino también sobre las crecientes divisiones internacionales en torno al futuro de la IA y su gobernanza.

El analista Rory Bathgate, de la publicación británica IT Pro, escribió un interesante artículo en el que analiza el evento. Según Bathgate, aunque la cumbre contó con la presencia de representantes de las principales naciones del mundo en materia de IA, como EE.UU., Reino Unido, China, Francia y Japón, entre otros, fue la dinámica subyacente la que dominó el discurso. Estas naciones se reunieron para firmar la Declaración de Bletchley, que une a 28 países bajo el paraguas de los riesgos y oportunidades compartidos de la IA de vanguardia. Se comprometieron a fomentar la cooperación internacional en investigación y mitigación, una acción que, a primera vista, parecía unificar a los líderes mundiales de la IA.

Sin embargo, los matices ocultos en la declaración, tácitos y quizá más fundamentales, serán probablemente la fuerza motriz en el ámbito de la IA durante el próximo año. Los firmantes manifestaron su apoyo a una red internacional inclusiva centrada en la seguridad fronteriza de la IA. Sin embargo, las acciones de algunas naciones parecían insinuar agendas unilaterales. Por ejemplo, Estados Unidos, representado por Gina Raimondo, la Secretaria de Comercio, utilizó la cumbre como plataforma para anunciar un nuevo instituto estadounidense de seguridad de la IA. Esto llegó justo después de la orden ejecutiva del presidente Joe Biden en la que se esbozaban requisitos rigurosos para los desarrolladores de IA, lo que reforzó la idea de que EE.UU. estaba utilizando la cumbre para promover sus intereses nacionales en materia de IA.

El Reino Unido tampoco estuvo exento de matices nacionales. A mitad de la cumbre, los gigantes tecnológicos HPE y Dell revelaron sus planes sobre nuevas supercomputadoras. Financiadas por el gobierno británico, estas supercomputadoras reforzarán el Recurso de Investigación de IA del Reino Unido (AIRR). Michelle Donelan, secretaria de Innovación y Tecnología, expresó que esta inversión busca equipar a los investigadores británicos de primer nivel con herramientas avanzadas, garantizando que el Reino Unido mantenga su posición de liderazgo en seguridad de la IA.

Pero a pesar de todos sus aspectos destacados, la cumbre tuvo sus momentos que suscitaron debates y levantaron cejas. La charla retransmitida en directo del primer ministro Rishi Sunak con el magnate tecnológico Elon Musk pareció más un ejercicio de relaciones públicas, en el que se habló más de cultura popular que de asuntos políticos sustanciales.

La perspectiva china, articulada por Yi Zeng, de la Academia China de las Ciencias, subrayó la urgencia de una red internacional de seguridad de la IA. Incluso después de la Declaración de Bletchley, el énfasis de Zeng en la acción colectiva para abordar los avances imprevistos de la IA indicó una posible falta de confianza en la contundencia de los acuerdos de la cumbre.

El gobierno británico alabó la participación de Wu Zhaohui, viceministro de Tecnología de China, como prueba de la inclusividad de la cumbre. El discurso de Wu dejó clara la postura de China: abogó por ampliar la representación de las naciones en desarrollo en la gobernanza de la IA e instó a la colaboración mundial para democratizar el conocimiento de la IA, haciendo hincapié en las soluciones de código abierto.

Sin embargo, como observó Bathgate, al concluir la cumbre seguía sin haber planes concretos sobre cómo se compartiría de forma colaborativa la investigación sobre la seguridad de la IA. A pesar del consenso general sobre la importancia de dicha seguridad, parece que las naciones seguirán recorriendo sus caminos preexistentes en lo que respecta a la legislación sobre la IA y sus normativas asociadas.

A la luz de las sólidas normativas ya existentes, como la Ley de IA de la UE y las directrices del G7 para la IA, el impacto de la Declaración de Bletchley sigue siendo incierto. La IA de código abierto, a pesar de sus defensores, sigue siendo un tema controvertido. 

Por lo tanto, aunque la Cumbre de Seguridad de la IA del Reino Unido puso sobre la mesa varios debates críticos y fue un escenario para la cooperación internacional, las corrientes subyacentes reflejaron un mundo en el que las naciones, aunque aprecian la colaboración global, son ferozmente protectoras y competitivas en cuanto a sus avances y estrategias de IA. Sólo el tiempo dirá cómo estas dinámicas configuran el futuro de la IA mundial.

Ilustración: Diario TI vía Midjourney


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