La caída de Sam Bankman-Fried: un cuento con moraleja sobre magnates estrafalarios

El estrepitoso colapso de Bankman-Fried de FTX invita a considerar la problemática tendencia a idolatrar a los genios tecnológicos multimillonarios y desaliñados.

El súbito infortunio del magnate de las criptomonedas Sam Bankman-Fried ha puesto de relieve la problemática tendencia a idolatrar a los excéntricos jóvenes fundadores multimillonarios de empresas tecnológicas, escribe la columnista de The Guardian Emma Brockes

Bankman-Fried forjó un culto a la personalidad en torno a sí mismo como fundador de la bolsa de valores FTX, ahora en quiebra. Con su aspecto desaliñado y su comportamiento grosero, el joven de 31 años encarnaba el arquetipo del “genio estrafalario”, a menudo glamorizado por las publicaciones sobre tecnología y negocios. Esta personalidad enmascaraba actividades fraudulentas que le llevaron a ser acusado de múltiples cargos federales.

Brockes escribe que el espectacular ascenso y caída de Bankman-Fried sigue un patrón familiar de otras luminarias de startups caídas en desgracia que cultivaron personajes exagerados que con sus actitudes distraían de sus prácticas empresariales sin escrúpulos. Los facilitadores en su órbita consintieron y normalizaron sus payasadas.  

Brockes señala que Elizabeth Holmes, de la fallida startup de análisis de sangre Theranos, también alcanzó el estatus de gurú, pero sintió la presión de ajustarse más a las expectativas de liderazgo femenino. Los jóvenes fundadores varones suelen enfrentarse a menos repercusiones por su ligereza y mal comportamiento, lo que puede potenciar su aura de brillantez. 

La mentalidad favorable que rodea a estos emprendedores-fundadores-CEO persiste incluso cuando sus empresas se desmoronan. Sus defensores citan las excentricidades como parte integrante del éxito. Con la rendición de cuentas postergada, los miles de millones desaparecen mientras las convicciones propias permanecen intactas.

Bankman-Fried se ha declarado inocente, pero se enfrenta a testimonios condenatorios de antiguos colegas. 

La autora sostiene que la sociedad suele consentir el mal comportamiento de estos magnates emprendedores como una faceta de su genialidad, alimentando un ciclo que suele conducir a la caída de la empresa. Aunque el futuro de Bankman-Fried sigue siendo incierto, su caso sirve de advertencia y arroja dudas sobre la viabilidad a largo plazo de las empresas construidas en gran medida sobre un liderazgo carismático y unas narrativas exageradas.

Ilustración: Fotografía de Sam Bankman-Fried vía Wikipedia. Imagen compuesta: Canva


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