Panda: “El phishing y los cuentos del siglo XXI”

Internet es, hoy en día, la referencia a la hora de tratar numerosos aspectos de la vida diaria. Cuando surge una noticia, Internet es uno de los grandes medios para informarse. Si hay que hacer un trámite, se busca la manera de hacerlo por Internet; a la hora de comprar algo, la opción de la tienda web se contempla cada vez más.

SANTIAGO: Pero al igual que ocurre con las cosas buenas, Internet también es otra referencia en delitos y actividades ilegales. Por ejemplo, la pornografía infantil, que desde hace mucho tiempo ha existido, pero con Internet el problema ha ganado en intensidad y rapidez; o la piratería de software o música, que se sirve de la Red para extenderse rápidamente y llegar hasta el último rincón.

Sin embargo, cuando se trata de estafas económicas, el problema no solo se ha incrementado, sino que ha adquirido nuevas formas. Toda la vida han existido timadores de todo tipo, ladrones con y sin guante blanco y estafadores de cantidades diversas de dinero. Pero hoy en día, Internet ha propiciado que haya más y con mayor rapidez.

La manera más rápida de obtener dinero es robarlo, y la manera más rápida de robarlo es engañando por Internet. El phishing es ya un clásico del robo de los datos bancarios de los usuarios a través de correos electrónicos, timo en el que ya han caído muchos usuarios desprevenidos.

Estos usuarios estafados seguramente no hubieran caído en la trampa si el timo se hubiera hecho de otra manera. Supongamos que alguien perfectamente vestido, con un aspecto agradable, aborda a un usuario en la calle, en la puerta de una sucursal bancaria. Este individuo se identifica como personal del banco (a pesar de estar en la calle) y le pide alguien por la calle su tarjeta de crédito para comprobar su estado. Es muy posible que prácticamente nadie se prestara a hacerlo.

Hasta hace poco tiempo, muchas de las habilidades sociales de las personas (como, por ejemplo, no proporcionar datos bancarios) se basaban en estos cuentos infantiles. Sin embargo, hoy en día no hay cuentos infantiles que adviertan de los peligros del S. XXI ni enseñen nuevas habilidades sociales, necesarias en nuestro tiempo.

Los cuentos infantiles buscan una manera de educar a los niños que no tuviera que basarse en la experiencia. Es mucho mejor hablar a un niño sobre un pastor que amenazaba con la llegada de un lobo que esperar a que el niño descubra las consecuencias de las mentiras y su entorno pague las consecuencias.

Cuando Perrault publicó sus cuentos, siempre incluía al final de ellos un pequeño texto explicando claramente la moraleja del cuento. Si hubiera vivido hoy en día, se llamaría “Guía didáctica para padres y educadores”, pero en el siglo XVII, cuando vivió Perrault, se llevaban más las moraleja que las guías didácticas. Aquí extraigo el principio de la moraleja del cuento “Caperucita Roja”

“Vemos aquí que los adolescentes y más las jovencitas elegantes, bien hechas y bonitas, hacen mal en oír a ciertas gentes, y que no hay que extrañarse de la broma de que a tantas el lobo se las coma.”

Sin embargo, hoy en día los cuentos han pasado no ya a un segundo lugar, sino a un absoluto olvido. La tradición oral está muy perdida, y los cuentos impresos se utilizan más para fomentar el aprendizaje de la lectura que para su fin moralizante.

No estaría mal rehacer los cuentos infantiles para que las próximas generaciones no vuelvan a caer en las estafas que los adultos sufrimos. Podrían hablar de hackers (“Caperucita y el Hacker”), de los problemas que plantea la piratería (“El nuevo DVD del emperador”), del robo de identidades (“Rumpelstinkin”), de las estafas (“El webmaster de Hamelin”), etc.

Fernando de la Cuadra
Editor Técnico Internacional
Panda Software (http://www.pandasoftware.com)
E-mail: [email protected]


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