Los cambios disruptivos y su regulación

Opinión: El caso de Uber es un ejemplo más de los múltiples cambios disruptivos que se están produciendo a nivel global por la aparición de nuevas tecnologías, las que a su vez son germen de nuevos modelos y oportunidades de negocio.

A propósito de la reciente discusión pública que hemos presenciado sobre la penetración de Uber en el mercado local, y su impacto tanto sobre las regulaciones vigentes como sobre los negocios de los taxistas, vale la pena destacar que este caso es un ejemplo más de los múltiples cambios disruptivos que se están produciendo a nivel global por la aparición de nuevas tecnologías, las que a su vez son germen de nuevos modelos y oportunidades de negocio.

En primer lugar, hay que destacar que Uber no está solo en el mercado de las aplicaciones de transporte, pues también con sus particularidades están Cabify, SaferTaxi e EasyTaxi (entre los más conocidos), compañías que están tratando de difundir una nueva forma de transportar personas, que según su promesa de valor es más eficiente y cómoda para los usuarios finales.

Pero este tipo de cambio de paradigmas y modelos de negocio no es exclusivo del competitivo mercado del transporte. El mercado financiero también está bajo mucha presión por la aparición de canales alternativos para acceder a sus clientes (con menos sucursales y contactos personales), y tiene nueva competencia en empresas que apoyadas en tecnologías (Fintech) están innovando la forma tradicional de intermediar y prestar servicios financieros. Empresas globales como Robin Hood y Paypal, o locales como Cumplo, permiten que los usuarios realicen operaciones de manera sencilla y con costos de operación significativamente bajos, o incluso gratis en algunos casos.

Con un modelo similar al de Uber, desde hace un tiempo somos testigos del impacto que está produciendo Airbnb en el mundo del turismo, donde es posible conectar la oferta particular de habitaciones, casas o departamentos, con la demanda de los potenciales turistas de ciertos segmentos. Airbnb y Uber son grandes ejemplos de una economía colaborativa potenciada por masificación de las tecnologías de la información, que pretende lograr eficiencias mediante una masiva desintermediación del proceso.

Algunos cambios drásticos también están ocurriendo en otros mercados, como el de los fabricantes de computadores personales y plataformas de cómputo, que ven cómo los PC desaparecen en favor de los smartphones o tablets, mientras la infraestructura de servidores es absorbida por servicios de Cloud globalizados.

Pero esto no es nuevo, y en la historia reciente hemos visto cómo muchos de estos procesos de cambio terminaron, o están terminando, con modelos, servicios y productos ampliamente difundidos como la telefonía fija (smartphones, Skype, Whatsapp), los CD (mp3 y streaming como Spotify), las enciclopedias (web, Wikipedia), las cadenas de arriendo de películas (Blockbuster vs Netflix), los canales de TV abierta (canales de cable, TV satelital y Youtube), etc. Cada vez más seguido vemos el surgimiento de nuevas tecnologías que generan cambios tan profundos como la aparición de la imprenta o la máquina de vapor.

Como podemos ver, esto no es nuevo, siempre han existido este tipo de cambios disruptivos originados por saltos tecnológicos, pero estos también son impulsados por la irrupción de nuevas tendencias culturales y modas que trae consigo la globalización de las economías y, la masificación de las comunicaciones.

Es esperable que la irrupción de estos agentes de cambio genere una reacción del mercado, ya que es lícito que quienes son actores relevantes en modelos de negocio establecidos, quieran mantener las ventajas competitivas que los llevaron a desarrollar ese negocio, y proteger sus inversiones. También es válido (y hasta necesario), que haya debate e intercambio de ideas en torno a los intereses del sector afectado, para que de ese proceso de oposición surja una adopción más madura del cambio.

Pero siempre la regulación va detrás de la realidad. Las leyes se dictan como respuesta a situaciones de conflicto que ya son evidentes entre distintos actores de una sociedad y no prefiguran escenarios hipotéticos. Primero nos desarrollamos como individuos y sociedad, y a la luz de la experiencia, definimos las reglas de juego (nunca funciona al revés).

Pero oponerse completamente al cambio, es cuando menos ineficiente, además de aparecer siempre como un intento de tapar el sol con un dedo. Quien tenga la suficiente visión para adoptar y adaptar estos nuevos modelos de negocio y formas de hacer las cosas a tiempo, genera ventajas competitivas. Es preferible enfocarse en ver las oportunidades a tiempo, y tratar de ser parte del proceso, que desgastarse tratando de evitar algo que ya no tiene retorno.

Por Carlos Osiniri K., Gerente de División Aplicaciones SONDA


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